En los últimos años se han desarrollado diferentes tipos de terapias que se han llevado a cabo con niños y han tenido buenos resultados. Por tanto es aconsejable, en primera instancia, buscar ayuda de un terapeuta del lenguaje.

Cualquiera puede referir a un niño al terapeuta del lenguaje (padres, médicos, profesores...). Esta referencia se debe hacer lo más pronto posible, antes de que el habla genere preocupación en el niño.

El terapeuta del lenguaje entrevistará a los padres e invertirá tiempo en evaluar el habla del niño. Sobre este análisis, el terapeuta decidirá si es necesaria la terapia y, si es así, qué tipo será la más apropiada.

La terapia, independientemente del tipo que sea, suele centrarse en lo siguiente:

• Aconsejar a los padres de cómo manejar el problema. Es frecuente que los padres sientan que son responsables del tartamudeo del niño, por lo que se empleará tiempo en ayudarles a entender que no es así, aunque hay algunas cosas que pueden introducirse en la vida cotidiana para ayudar al niño y sentirse más tranquilos.
  
  
• Trabajar con los padres y el niño conjuntamente. Los padres son una parte esencial en la terapia y hay ejercicios diseñados para ayudarles a encontrar formas de ayudar al niño a ser más fluido.
  
  
• Trabajar directamente con el niño en actividades lingüísticas diseñadas para ayudarle a encontrar la forma de hacer su habla más fluida.
  
  

Nuestro objetivo en esta web y a través del blog específico es dar pautas básicas a los padres y profesionales sobre cómo abordar el problema de la tartamudez dándole especial importancia a la prevención en etapas muy tempranas del desarrollo para prevenir la instauración de la tartamudez.

Para edades comprendidas desde los 3 a los 6 años se propone una intervención preventiva e indirecta, reservándose para los escolares de 6 a 12 años, programas específicos, con un enfoque de interacción más directivo.