Archivo febrero de 2013

feb
28

El niño adoptado: La importancia de la evaluación psicológica

Basado en el artículo “No puedo relacionarme con mi hijo; niño adoptado y niño autista”, de nuestra compañera Ana Cogolludo Núñez.

En la actualidad, los casos de adopción han aumentado considerablemente en nuestro país, siendo cada vez mayor la necesidad por parte de los profesionales de la salud y la atención a la infancia de aumentar sus conocimientos al respecto y poder ofrecer así un buen servicio a las familias con niños adoptados.

El niño adoptado requiere una especial atención al encontrarse dentro de un grupo de riesgo de padecer enfermedades médicas o psicológicas, debido a su historia de carencias nutricionales, afectivas, de estimulación, aprendizaje, etc. que han podido darse durante los primeros meses (o incluso años) de su vida y que normalmente se desconocen debido a la poca información que se proporciona sobre el pequeño. Asimismo, son frecuentes los casos en los que no hay datos sobre los antecedentes familiares y que son fundamentales para comprender el desarrollo médico y cognitivo posterior del niño.

Por todo ello, es imprescindible que a su llegada a España los padres adoptivos acudan a los profesionales médicos para que evalúen el estado general de salud del niño. Aunque la valoración que se lleva a cabo normalmente se centra en las patologías físicas, también se deben revisar los aspectos relacionados con el ámbito de la psicología y del desarrollo general (cognición, lenguaje, atención, aprendizaje, socio-emocional). Es importante que los padres adoptivos sepan que su hijo puede presentar retraso en la adquisición de ciertas capacidades, incluyendo aquéllas que permiten establecer relaciones emocionales con los demás.

Un ambiente de origen poco adecuado y con escasos recursos, unido al cambio generado por la adopción (cambios en la vinculación afectiva y en el contexto familiar, social y lingüístico) y a las consecuentes demandas del entorno, puede favorecer la aparición de comportamientos inadecuados en el niño: dificultades en la comprensión y expresión de emociones, conductas de aislamiento, de resistencia a ser atendidos o consolados o, al contrario, parecer excesivamente desinhibidos (presentando comportamientos emocionales similares tanto con sus padres como con los desconocidos). Tales conductas son comprensibles y, hasta cierto punto, esperables, y lo normal es que con el tiempo disminuyan, a medida que el niño se vaya adaptando a la nueva situación.

No obstante, puede ocurrir que el niño no evolucione como se esperaba y que sus alteraciones comportamentales se mantengan. De ser así, es fundamental que los padres acudan a consulta para que se lleve a cabo una evaluación psicológica y se valore la necesidad de iniciar un tratamiento encaminado a intervenir sobre las dificultades que el niño presenta. La evaluación es imprescindible en estos casos porque permite identificar o descartar la existencia de alteraciones graves en el desarrollo, siendo el autismo la patología más severa.

Más información:

¡Quiero adoptar!
Alicia Fernández-Zuñiga, Carolina Rodríguez, Aurora Moya, Jorge E. Morgado

Editorial Ediciones CEAC. 2009

Después de adoptar

Alicia Fernández-Zuñiga, Carolina Rodríguez, Aurora Moya, Jorge E. Morgado
Editorial Ediciones Ceac. 2009

CARMEN MANTECA MERINO

Psicóloga

EQUIPO ILD PSICOLOGÍA

feb
21

ANSIEDAD POR SEPARACIÓN: CÓMO INTERVENIR

Desde ILD Psicología afrontamos los casos de nuestros pacientes desde una óptica cognitivo conductual lo que marca la línea de tratamiento precisa para cada caso.

Cuando nos hicimos cargo de María, una niña nepalí de 3 años adoptada a los 11 meses, diagnosticamos un trastorno de ansiedad por separación de la madre que confluía con características temperamentales como una baja tolerancia a la frustración, ansiedad e inhibición, y un tipo parental inconsistente, factores que habían influido negativamente en el mantenimiento de las conductas problemáticas y el proceso de formación del vínculo.

El entrenamiento de los padres fue la pieza clave de la intervención, se trabajó con ellos en sesión con su hija y de forma independiente en sesiones de padres. Se realizaron sesiones semanales de una hora de duración hasta que los avances permitieron bajar su frecuencia a quincenal.

Los objetivos que nos planteamos fueron:

  • Disminución de la respuesta de ansiedad de la niña por aproximaciones sucesivas.
  • Entrenamiento de los padres en sesión en el refuerzo discriminatorio de las conductas positivas y en la extinción de los comportamientos inadecuados.
  • Se utilizó la técnica de modelado de conductas apropiadas y se proporcionó habilidades de afrontamiento antes las experiencias estresantes de la niña.
  • Técnicas cognitivas de control de la ansiedad en los padres ante las situaciones de estrés.
  • Ajustar expectativas en relación al momento de desarrollo en el que se encuentra la niña y respecto al proceso de establecimiento del vínculo.
  • Proporcionar normas de conducta adecuadas en casa y en el colegio.

La ansiedad por separación afecta a lo 40% de la población infantil y en el caso de María no había una única causa sino que se combinaban factores genéticos, psicológicos y sociales. Las respuestas de los padres permitían que se mantuvieran los comportamientos problemáticos de la niña al tiempo que el estilo protector favorecía conductas dependientes. La propia ansiedad de los padres reforzaba de una manera involuntaria la ansiedad de la niña, por lo cual se proporcionaron recursos para manejar la ansiedad en base a la información recogida por los padres en registros de conducta realizados semanalmente. También se trabajó con los padres la necesidad de desarrollar expectativas apropiadas a la capacidad de la niña y de favorecer el establecimiento de límites, demostrándoles en sesión la capacidad de la niña para resolver distintas situaciones con éxito.

Se enseñó a los padres a reforzar positivamente la conducta adecuada de la niña y se les mostró el uso de la extinción para disminuir o eliminar las conductas inadecuadas, por último se les hizo reflexionar sobre la necesidad de poner límites y se dieron pautas para ello:

  • Ser firmes.
  • Poner normas claras.
  • Formular pautas de manera positiva.
  • Ser consistentes.
  • Explicar de forma breve y ajustad a la edad el porqué de las normas.
  • Al castigar, desaprobar el comportamiento no a la niña.

Para la intervención de madre e hija se fijaron dos citas semanales de 30 minutos de duración y se trabajaron estos puntos.

  • Listados de refuerzos.
  • Aproximaciones sucesivas a la separación de la madre.
  • Jerarquía de situaciones en función de la separación de la madre, graduando la distancia y los tiempos de tolerancia de la separación. Tanto en separaciones pasivas como activas.
  • Se graduaron los tiempos de separación desde 2 segundos hasta alcanzar los 30 minutos de la sesión.
  • Listado de conductas adecuadas con y sin la madre en sesión.
  • Se proporcionaron ayudas externas para favorecer la separación.

Después de tres meses de tratamiento los padres habían logrado reducir su preocupación e inseguridad antes los comportamientos de su hija y con ayuda de los registros de conducta que se utilizaron fueron evidentes los cambios en el comportamiento de su hija sobre todo en los casos que la conducta de María dependía de la reacción de sus padres.

A los 6 meses de tratamiento se realizó una nueva valoración con el Cuestionario de Ansiedad por Separación en la Infancia (CASI-T, González, et al.,2008) y mostró una mejoría en las tres sub escalas y se inició una fase de tratamiento dirigida a favorecer el desarrollo social de niña en contextos poco familiares.

Si tenéis interés en profundizar este es el enlace del artículo completo: Caso Clínico (Ansiedad por Separación)

Alicia Fdez.-Zúñiga Marcos de León

Psicóloga Clínica

Ana Cogolludo Núñez

Psicopedagoga

EQUIPO ILD PSICOLOGÍA

feb
14

PROTEGER EN SU JUSTA MEDIDA

A menudo se escucha decir “yo a su edad ya hacía…” acompañado de un comentario sobre lo excesivamente protegidos o consentidos que se tiene ahora a los niños. No faltan tampoco observaciones sobre las cosas que hacemos como padres que nuestros padres no hacían por nosotros.
Al margen de consideraciones personales basadas en la experiencia vital de cada uno, difícilmente extrapolables y no siempre adecuadas para todos los casos, existen unos rasgos objetivos que marcan la línea que separa a unos padres dedicados a sus hijos de unos padres sobreprotectores.
Podemos señalar 4 razones básicas por las cuales los padres sobreprotegen a sus hijos:

  • Los padres no saben identificar cuándo el niño está preparado para asumir nuevas responsabilidades. Esto se debe a que el desarrollo del niño es gradual y eso dificulta identificar ciertos cambios que permiten conocer el grado de madurez del niño.
  • Los padres no quieren dar autonomía a sus hijos para que sigan dependiendo de ellos. Las características de carácter y circunstancias vitales de los padres están en la base de este punto.
  • Comodidad. Es más sencillo realizar una tarea que el niño puede hacer, que dejar que la haga él. En la rutina hogareña se tiende a repetir los comportamientos que permiten un desarrollo fácil de la convivencia y los cambios pueden ser incómodos aunque sean pequeños.
  • Impaciencia. Con frecuencia es más sencillo hacer uno mismo una tarea que dejar que la haga el niño ya que por inexperiencia va a emplear más tiempo. Hay que aceptar que el niño va a necesitar un tiempo de aprendizaje y que las primeras veces que realiza una tarea no lo hará de manera perfecta.

Si has argumentado algunas de estas razones frecuentemente en los últimos meses, tenemos unos consejos que te ayudarán a no ser sobreprotector o sobreprotectora:

  • No hacer cosas por tu hijo que pueda hacer el mismo. Esta es la regla de Oro. Para saber si el niño está preparado para nuevas responsabilidades se debe estar atento a lo que otros niños de su edad hacen, la capacidad de tu hijo y lo que le piden en el colegio.
  • Favorecer la autonomía y la independencia. Hay que modificar las responsabilidades que se le exigen al niño a medida que se desarrolle.
  • Dejar que el niño realice por si mismo las tareas que se le piden. Esto contribuye a la adquisición de su autoestima ya que se le da el mensaje de que es capaz de hacer las nuevas tareas que se encomiendan.
  • No intentar solucionar todos sus problemas o evitar todos sus errores. Si el niño está contrariado por algo debe aprende a solucionar sus dificultades, lo cual le ayudará a ser responsable y a aceptar las consecuencias de sus errores.
  • Estimular a los niños a ayudar en las tareas de la casa aunque no sea muy eficaz.
  • Permitir que tome algunas decisiones que no afecten su salud y seguridad:

-La ropa que se pone
-La comida en alguna ocasiones y entre dos opciones
-El regalo de un amigo dentro de un presupuesto
-Más adelante podrá decir como decora su habitación.

EQUIPO ILD PSICOLOGÍA